Antonio Machado fue uno de los miembros más representativos de la
denominada Generación de 98, y su obra es el vivo reflejo de esa España en
decadencia cultural y política que tanto preocupó a los intelectuales de su
tiempo. Machado fue un hombre intensamente comprometido, un artista que supo
demostrar una encomiable coherencia vital y que dejó una personal y profunda
huella.
Aunque vivió la mayor parte de su vida
fuera en su Andalucía natal, pocos autores existen tan reconocibles y
vinculados en su obra a su tierra. Machado evocó en versos inolvidables su
infancia sevillana, los patios, el ambiente de la ciudad (la luz, el olor, el
sol, etc.).
Tras la experiencia de su trágica viudez,
buscó consuelo en Baeza, cuya naturaleza física y espiritual supo retratar con
singular exactitud en sus poemas; así como la hondura del saber popular en sus
prosas filosóficas y las costumbres de la sociedad andaluza de su tiempo en
obras teatrales escritas en colaboración con su hermano Manuel.
en Sevilla, marinera
y labradora, que tiene
hinchada, hacia el mar, la vela;
y en el ancho llano
por donde la arena sorbe
la baba del mar amargo,
hacia la fuente del Duero
mi corazón, ¡Soria pura!
se tornaba... ¡Oh fronteriza
entre la tierra y la luna!
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